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Jesucristo, Rey del Universo.
Hoy es un día muy importante para los católicos. Se celebra la festividad de Cristo Rey, que cierra el año litúrgico (no, no hay que bajar a la Puerta del Sol. Esta es una fiesta de verdad, de esas en las que las campanadas las da el corazón).
Para empezar, vamos a hacer triplete: no te voy a poner solo el Evangelio sino las tres lecturas y el salmo. Las rebajas han llegado a yentucamino.
Daniel 7, 13-14: Su dominio es eterno y no pasa.
Mientras miraba, en la visión nocturna vi venir en las nubes del cielo como un hijo de hombre, que se acercó al anciano y se presentó ante él.
Le dieron poder real y dominio; todos los pueblos, naciones y lenguas lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
Salmos 92,1ab.1c-2.5: El Señor reina, vestido de majestad.
El Señor reina, vestido de majestad,
el Señor, vestido y ceñido de poder.
Así está firme el orbe y no vacila.
Tu trono está firme desde siempre,
y tú eres eterno.
Tus mandatos son fieles y seguros;
la santidad es el adorno de tu casa,
Señor, por días sin término.
Apocalipsis 1, 5-8: El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios.
Gracia y paz a vosotros de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de entre los muertos, el príncipe de los reyes de la tierra.
Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre. A él la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
Mirad: Él viene en las nubes. Todo ojo lo verá; también los que lo atravesaron. Todos los pueblos de la tierra se lamentarán por su causa.
Sí. Amén.
Dice el Señor Dios: «Yo soy el Alfa y la Omega, el que es, el que era y el que viene, el Todopoderoso.»
Juan 18, 33b-37: Tú lo dices: soy rey.
En aquel tiempo, dijo Pilato a Jesús:
- «¿Eres tú el rey de los judíos?»
Jesús le contestó:
- «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?»
Pilato replicó:
- «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?»
Jesús le contestó:
- «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí.»
Pilato le dijo:
- «Conque, ¿tú eres rey?»
Jesús le contestó:
- «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz.»
Palabra de Dios
Las lecturas de hoy tienen, realmente, mucha tela qué cortar: cómo reina Cristo, en qué consiste realmente el Reino de Dios, cómo podemos decir que el Reino está ya aquí con todo el mal que hay en el mundo... Incluso ese «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?» tiene chicha.
Pero a mí hoy lo que me llama la atención es más otra cosa:
Aquel que nos amó, nos ha librado de nuestros pecados por su sangre, nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios, su Padre.
Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad.
Durante mucho tiempo me he preguntado cómo aterrizar ese testimonio, cuál era mi papel en los planes de Dios. Y me quejaba de que Dios no me daba instrucciones concretas. Pero todo buen señor da instrucciones concretas, y Dios no iba a ser menos. Lo que pasa es que a veces no le escuchamos: porque no sabemos, o porque no nos dice lo que queremos oír. Dios nos habla contínuamente. Sin embargo, ¿estamos dispuestos a aceptar que nuestro papel es el de humilde ovejita bufón? ¿Lo dejaríamos todo para construír una catedral con nuestras propias manos, en soledad, sin ayuda de nadie?
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