viernes, 24 de agosto de 2012

0 Galileo y la Iglesia

Copérnico, punto de partida de todo (y en cuyo nombre Galileo sería «perseguido») es un catolicísimo polaco. Es más, es un canónigo, que instala su rudimentario observatorio en un torreón de la catedral de Frauenburg. Su obra fundamental, publicada en 1543 —Las revoluciones de los mundos celestes— está dedicada al Papa Pablo III, también astrónomo aficionado.

El imprimatur lo concede un cardenal, de aquellos dominicanos en cuyo monasterio Galileo escuchará su condena.

Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia.

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