Perdona que te haya tenido abandonado estos días. Acabamos de volver de la playa. De las inmediaciones, en realidad, porque no la hemos pisado. En realidad, ni a mi chico ni a mí nos gusta nada la playa: hace calor, la arena se mete por agujeros que no sabías que tenías y el salitre te pega los miembros al tronco mejor que el superglú. Pero la familia está allí y había que pasar a verla. Sin claudicar a pisar fuera del asfalto, eso sí.
Hoy se ha celebrado el aniversario de uno de mis santos favoritos: San Agustín. Me encanta porque es la prueba de que cualquiera puede llegar a santo. El jovencito Agustín era un bicho de cuidado, hasta que un día Dios le dio con el mazo de llamar pecadores y le dejó k. o.
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