viernes, 15 de marzo de 2013

21 Es el amor quien se queda

Nunca había vivido algo parecido. Bueno, en realidad sí: viví el fallecimiento de Juan Pablo II y la elección de Joseph Ratzinger como Benedicto XVI, pero yo en aquella época era atea y la Iglesia me traía al pairo. Lo único que se me ocurrió pensar cuando vi a BXVI en pantalla fue “Vaya, qué señor tan feo”. Bueno, es que será un lumbrera y un santo, pero fotogénico, lo que es fotogénico, no es, reconócemelo.

Esta vez ha sido distinto. Primero, porque yo ya quería, y mucho, a BXVI. Es de los míos, de los de tomar por la calle de en medio, y en su defensa denodada de la razón se ganó toda mi lealtad y embelesada admiración. Sí, se la ganó, porque cuando yo empecé a leer a Benedicto aún no me ligaba a él ningún lazo de fe. Estaba empezando a conocer la Iglesia por dentro y aún no me había acostumbrado a reconocerle como mi pastor, así que tuvo que ganárselo. Y vaya si lo hizo.

Así que conocer su renuncia fue un golpe, claro, más duro si cabe por lo inesperado. Pero los acontecimientos que le han seguido me han abierto los ojos a una dimensión de la Iglesia hasta entonces ignota para mí, y absolutamente maravillosa. Yo ya había conocido la sensación de sentirme unida a una persona de la que apenas sé nada, salvo que compartimos la fe, y había vivido experiencias de fraternidad entrañables en un marco doméstico. Pero es muy distinto a la sensación brutal de sentirse Iglesia, de formar parte de una inmensa oración humana, física, que late con un mismo amor en cada rincón del mundo. Encender la tele y ver la plaza de San Pedro abarrotada de extraños que no son extraños; saber que yo, en cierta forma y gracias a ellos, también estoy allí. No es como cuando ocurre un gran acontecimiento, como un concierto, y no puedes ir, y te mueres de ganas. No. En San Pedro estaba ocurriendo algo muchísimo más importante, pero no me importaba estar en casa, porque si mi Iglesia estaba allí, yo también.

Y ¿sabes qué es lo que me parece aún más sobrecogedor? Que eso no era nada. En Roma, en Madrid, en todo el mundo, apenas había nadie; solo una pequeña parte de toda la Iglesia estaba allí. El resto, todos los santos de la Historia, del pasado y supongo que también del futuro, estaba rezando también en comunión con nosotros desde el Cielo. Y me da por pensar que, si ellos están allí, en cierta extraña forma, yo también lo estoy… Impresiona la idea, ¿eh?

Esta mañana nos hablaban, en unos ejercicios espirituales, sobre la Resurrección (ejercicios online, en mitad del mundo, en mitad de la vida. Una pasada. Ya te contaré) y nos decían que San ¿Agustín? la interpretaba de una manera preciosa. Ya sabes que al Sepulcro, cuando María Magdalena les dice que está abierto, fueron corriendo Pedro, Juan y la propia María Magdalena. Juan llega primero pero, al llegar a la puerta, se para y deja entrar a Pedro. Este santo decía que Juan representa a la fe, y Pedro, a la razón. La fe llega antes, es la que muestra el camino. Sin ella, la razón se pierde. Pero cuando llegan las dos, es la razón la que tiene que entrar, analizar, preparar el terreno a la fe. Y así, ambas llegan a la verdad.

Sin embargo, ¿recuerdas? luego los dos se van a casa… y María se queda allí. Cuando la fe y la razón ya han hecho su trabajo, es María, el amor, quien se queda, quien persevera, quien recoge los frutos. Es el amor quien adora a Quien la fe y la razón han conocido.

¿Por qué te cuento todo esto? Porque los tres discípulos, de repente, me han recordado horrores a los tres últimos papas. Juan Pablo, a Juan, la fe; Benedicto, a Pedro, la razón; y María me recuerda muchísimo a Francisco. Dios nos lleva de la mano, sin que nos demos apenas cuenta, por los caminos que llevan hacia Él. Y nos ha traído un papa que viene a quedarse, que ya se ha quedado en nuestro corazón y en nuestra memoria para siempre. Gracias...

21 comentarios:

  1. Sin palabras, la verdad. Qué bello y bien expresado y "es el amor quien adora a Quien la fe y la razón han conocido", extraordinaria síntesis. Felicidades por esta entrada.

    Respecto a la definición de los tres últimos pontífices quizá añadiría de Juan Pablo II que también era un brillante y sesudo filósofo como Benedicto, que buscó el diálogo integral de todas las ramas del saber. Gracias por este escrito, Susana. Me ha fascinado.

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  2. ¡¡¡Jajajajaja!!! Y esa, queridos niños, es la diferencia entre las catequesis de los santos y las ideas peregrinas de los aficionados :)))) Muchas gracias por el apunte, Joan. Y por leerme. Sigo sin entender qué hace alguien de tu talla en mi blog, pero lo agradezco mucho :)

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  3. Me ha encantado Susana. Este me lo guardo en mi archivo de documentos que merecen ser leidos.

    Por cierto, mucho mejor tu foto que cualquier avatar. Tiene que verse que detrás de cada post hay una persona concreta, Susana, y no un cuadro o un dibujo animado. Sólo es una opinión.

    :)

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  4. ¡Muchas gracias!

    Estoy de acuerdo con el tema de la foto. A todos nos gusta saber que estamos leyendo a una persona y no a un ente :)))

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  5. Todos estábamos en Roma sin movernos de nuestro sitio.
    "Es el amor el que se queda" qué bonita frase y fantástico todo el post, me ha encantado llegar a tu blog, te sigo y anoto en mi lista de blogs.
    Un beso

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  6. Guau, me encanta... Me quedo con la misma frase que dice Joan, "es el amor quien adora a Quien la fe y la razón han conocido". Y me gusta la comparación entre los Papas y Juan, Pedro y María. ¡No había caído! Me encanta todo, jajaja, un abrazo!

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    1. ¡¡Gracias, Maribel! Tú siempre tienes un comentario amable :)

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  7. Que bonito eso de sentirse Iglesia, recoges claramente los sentimientos de todos los que por primera vez al igual que tu nos sentimos Iglesia, escribes perfectamente lo que yo también sentí por primera vez!!! saber que somos uno en Cristo! Abrazos Susana!

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    1. Muchísimo, sentir que se te desborda el corazón porque no te cabe tanta dicha en él, la dicha de millones y millones de personas en todo el mundo, nada menos.

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  8. Esta es la comunión de los santos, un poder sencillo a la vez que imbatible. Comparto tus sentimientos finales: "Porque los tres discípulos, de repente, me han recordado horrores a los tres últimos papas. Juan Pablo, a Juan, la fe; Benedicto, a Pedro, la razón; y María me recuerda muchísimo a Francisco. Dios nos lleva de la mano, sin que nos demos apenas cuenta, por los caminos que llevan hacia Él. Y nos ha traído un papa que viene a quedarse, que ya se ha quedado en nuestro corazón y en nuestra memoria para siempre. Gracias..."

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    1. Justo, la comunión de los santos es lo que tenía en mente cuando lo escribí. Esta mañana estuve viendo la grabación del momento en el que los cardenales entran en la Sixtina entonando las letanías de los santos y me volví a acordar. ¡Pero qué Iglesia tan fabulosa nos ha regalado el Señor!

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  9. Wow, no había visto esa teología de la fe, la razon y el amor. Es impresionante. Excelente artículo. Dios te bendiga muchisimo.

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  10. Brillante!!!! Hasta se me han aguado los ojos al leer este hermoso artículo. Dios te bendiga por siempre.

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  11. Alexis, Anónimo, Dennis, muchísimas gracias por leerme.

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