viernes, 25 de enero de 2013

16 Siento que mi ser más absoluto va muriendo a causa del pecado

De esta forma preciosa y terrible me escribía hace unos días una chica, universitaria, muy simpática. Tímidamente y con muchísima, muchísima culpa, me contaba que su gran pecado estaba relacionado con el sexo, y que incluso algún sacerdote se había escandalizado al contárselo en confesión.

Claro, una, que tiene un pasado, tiende a pensar mal. Leí universidad, sexo y sacerdote escandalizado, y una orgía con enanitos vestidos de cuero es lo más suave que se me vino a la mente. Qué le vamos a hacer. Vendí la inocencia y me han dicho que ya no me la devuelven.

Pero no había tales orgías. Lara (es un seudónimo) me dijo que es virgen, con lo cual se ganó toda mi admiración pero también mi perplejidad. Traté de pensar en algún pecado sexual horrible que pudiera cometerse permaneciendo virgen, y confieso que alguno se me ocurrió, pero no me pareció probable, porque al final una cosa lleva a la otra. Hasta que ella misma me indicó dónde estaba el problema.

La masturbación.

Me preguntaba si a otras chicas les ocurre. Le habían contado en un foro que era necesario contar cuántas veces se masturba uno para confesarlo luego.

Yo no soy sacerdote, ni sexóloga, ni nada que se le parezca. Solo puedo hablar de mi experiencia, de lo que voy aprendiendo con mucho trabajo. Pero le respondí como pude, y con su permiso lo comparto por si tú también quieres leerlo.

La oferta final también te la hago a ti, aunque la experiencia me dice que escandalizar a un sacerdote es una tarea ardua y sin garantías de éxito...

Me dices que sientes que tu ser más absoluto va muriendo a causa del pecado. ¡Pero eso es fantástico! Significa que estás muy, muy cerca de Dios, aunque ahora mismo no te dés cuenta. El pecado solo se reconoce como tal a la luz de Dios. Por eso cuando vamos a misa, lo primero que hacemos es reconocer nuestros pecados, porque nos ponemos en presencia de Dios, y es cuando decimos "madre mía, la que he liado...". Ahí es cuando nos damos cuenta. Al que no está cerca de Dios, el pecado le parece lo más natural del mundo.

Hombre, para las confesiones, cada uno tiene sus manías, pero yo creo que el llevar un contador de masturbaciones en el bolso o no llevarlo es lo de menos. Lo importante, en mi opinión, es ir comprendiendo que realmente no tiene importancia. Ir haciéndose cada día más libre y más puro, que no significa otra cosa que quitarse lastres y estorbos e ir acogiendo la Gracia.

Con estas cosas, cuanto más intentes evitarlo, más te apetecerá. Es así, y es la pescadilla que se muerde la cola, claro. Más lo quiero evitar, más me apetece, más empeño pongo en evitarlo, más aún me apetece... Y no, no es eso.

Por mi experiencia, la masturbación es un sucedáneo. Llena ese vacío que se siente cuando uno anhela amor, compañía, cariño, comprensión... Pero cuando tratamos de llenar ese vacío con sucedáneos, lo que ocurre es que se hace cada vez más grande. Se trata de aprender, primero, a enfrentar esos vacíos y no tenerles miedo, porque forman parte del ser humano. Y luego, a llenarlos con Amor de verdad, a atreverse a mirar hacia arriba con el corazón y dejarse perfeccionar, poquito a poco, por Dios.

Pero esto es un camino. Y caerás mil veces, claro. Muchos caemos, pero no dejes que la culpa te consuma. También las caídas nos van modelando y acercando a Dios, a su manera. Pide perdón y tira para adelante. Y si al sacerdote le escandaliza, pues sinceramente, que se fastidie o que se meta a jardinero, porque escuchar pecados es parte de su trabajo. Y si no voy yo y le cuento los míos, verás cómo luego no se escandaliza con los tuyos ;)

16 comentarios:

  1. Creo que con esta entrada estás entrando en un tema complicado, y que francamente, y perdona la crudeza de mis palabras, opino que te queda muy grande. Has llegado a escribir en twitter: Debate del viernes ¿la masturbación es pecado?. Aunque luego lo hayas borrado la respuesta es si, rotundamente. Tal vez tú no lo veas así pero lo es.

    El post es para cogerlo y enmendarlo casi todo, pero para no alargarme me limitaré a un par de párrafos.

    "Hombre, para las confesiones, cada uno tiene sus manías, pero yo creo que el llevar un contador de masturbaciones en el bolso o no llevarlo es lo de menos. Lo importante, en mi opinión, es ir comprendiendo que realmente no tiene importancia. Ir haciéndose cada día más libre y más puro, que no significa otra cosa que quitarse lastres y estorbos e ir acogiendo la Gracia"

    En el sacramento de la confesión hay que olvidarse de las manías personales, y exponer claramente y a ser posible la frecuencia con la que uno ha pecado (masturbación, robar, mentir, insultar). No vale sólo con decir "he robado". Hay que decir que se ha robado, y las veces que se ha robado y que es lo que se ha robado. Eso nos ayuda a sentir el verdadero peso del pecado cometido y nos ayuda no no volver a cometerlo. Lo contrario sería restarle importancia al pecado, pero también a la lucha que mantiene esta joven, y que es el primer paso para caminar en pos de la victoria. Eso por no decir que para poder comulgar la confesión debe ser correcta, y no por respetos humanos o por vergüenza ocultar los pecados y faltas o su frecuencia. Hecho este muy común y que todos sufrimos tantas veces, y es que el diablo se encarga de introducir esas vergüenza dentro de nosotros para evitar una buena confesión.

    Dices bien cuando dices: "Y si al sacerdote le escandaliza, pues sinceramente, que se fastidie o que se meta a jardinero, porque escuchar pecados es parte de su trabajo." Por supuesto que si, si se escandaliza es que no es un buen confesor, así de claro. Si Lara no se siente acogida en el perdón por ese sacerdote, que deje de confesarse con él y que busque alquien que la anime a hacer buenas confesiones, que la anime, que la apoye, y que la ayude en ese camino de pureza y santidad. El pecado de la masturbación probablemente sea el más común en todos los seres humanos, y también el peor confesado. La vergüenza de confesar la masturbación no parece ser la misma que el chillar a unos padres, da más vergüenza lo relacionado con la sexualidad, y en realidad ambos no dejan de ser dos pecados que ensucian gravemente nuestro alma y nuestro espíritu, y que hemos de limpiar. De manera que Lara, si estás leyendo estas líneas, no tengas miedo a la confesión, sea lo que sea. Un buen confesor, siempre te escuchará y acogerá en el perdón, y te aseguro que tu lucha va a ser ardua y dura, pero si te olvidas de la vergüenza y aceptas con humildad que somos pecadores, triunfarás. No hay nada peor que el orgullo humano y la vergüenza ante otros seres humanos, y menos delante del confesor, que es un pecador como todos los seres humanos.

    Lara busca un buen confesor, confiésate cada vez que caigas, no importa las veces que te caigas, importa las veces que te levantas. Sal de la confesión alegre, renovada y fuerte. Tras una buena confesión frecuenta la Misa y la Eucaristía, no olvides la oración personal y pedirle ayuda al Señor, y de esta forma caminarás por el camino de la santidad.

    ¡Ánimo Lara no tengas miedo a la confesión! Es totalmente liberadora y renovadora.

    Susana comprendo tu entusiasmo evangelizador y tu buena intención, pero hay cuestiones que no son opinables y conviene que dejes a los sacerdotes, para evitar los malos consejos.

    Un saludo fraterno a ambas.

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  2. En ningún momento he discutido que sea pecado. Eliminé la pregunta en tw porque preferí reformularla. Pero sí me parece importante señalar que quedarse en la culpa no sirve de nada. Hay que ir creciendo en pureza. La meta es la libertad de la virtud y no la esclavitud de la culpa.

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    1. En tu frase "la meta es la libertad de la virtud y no la esclavitud de la culpa" está la enjundia de todo lo aquí tratado. Si uno no confiesa correctamente su pecado por un sentimiento excesivo de culpa se esclaviza. Cuando uno humildemente reconoce esa falta y la gravedad de la misma, y la confiesa, se libera.

      El que oculta sus delitos no prosperará, el que los confiesa y cambia, obtendrá compasión. Prov. 28:13

      El fondo de lo que querías expresar es el correcto (crecer en pureza y la libertad de la virtud), pero la forma en el que lo has hecho puede inducir a error. Y es el que demonio es enormemente inteligente para hacernos errar.

      Mirad, yo os envío como ovejas en medio de lobos; por tanto, sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas. Mateo 10:16.

      Un saludo fraterno.

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  3. Pues... yo tampoco tendería a "dejar a los sacerdotes" sin asegurarme que estos han recibido una buena formación. Quizá, por desgracia a muchos no les hablaron debidamente del tema afectivo-sexual y se escandalizan con estas cosas.
    Sobre todo en cuanto a masturbación femenina. Es un hecho probado, un tema que incluso en una sociedad tan hipersexualizada como la nuestra crea cierto escándalo, cierta risilla mal disimulada.
    Pero no quiero hablar de la sexualidad en la sociedad, que hay tela.
    Ya de por sí, el hecho de contarlo libera cierta presión mental, se reduce cierta tendencia obsesiva y con una buena acogida se puede empezar a trabajar un crecimiento antropológico de la afectividad-sexualidad que propone la Iglesia.
    Y la confesión, no es lo mismo, ¡Es mucho más! Lo que puedo hablar por experiencia es de sentirse amado, abrazado, acogido y perdonado, sobre todo si, el confesor (que suela ser el mismo y que haya cierta frecuencia ayuda), cuida de usar palabras que si, resalten el mal que causa el pecado de masturbación, pero aún más la Misericordia de Dios y la llamada a que el confesante:
    - Pida constantemente la gracia de vivir castamente.
    - No se obsesione con este pecado. Por que a veces nos dejamos convencer de que tal pecado (que cada uno ponga el que quiera) es el peor, el que le hace más sufrir, y un montón de pensamientos que al final te hacen olvidar que uno tiene más pecados. Y esa es un arma que al diablo le gusta mucho usar.
    Y por ultimo, la llamada a la perseverancia, pues si caemos en el desanimo de "este pecado no me lo quito de encima", será más facil rendirnos, pero en nuestra debilidad Dios nos hará fuertes. Yo vivo en esa esperanza, con mis constantes caidas... Como decía sta. Teresita:
    "Lo que agrada a Dios en mi pequeña alma, es que ame mi pequeñez y mi pobreza. Es la esperanza ciega que tengo en su misericordia".

    Y mientras un escalofrío recorre mi cuerpo, gracias Susana por la entrada.
    Demos un paso más en el dicho: "Se odia al pecado, no al pecador", en odia y evita tu pecado, pero no te odies a ti mismo.

    Animo y animo!

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  4. ¡Gracias, Javi!

    Estoy de acuerdo: la obsesión le cierra puertas a la virtud.

    Hay algo que me dijo mi confesor la primera vez que le planteé esta cuestión y que no he olvidado: "Hay hermanos que ayunan para no ser esclavos de la comida, pero se pasan el día esperando a que den las doce para comer. Con lo que se hacen esclavos de la comida y también del reloj."

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  5. Yo hace doce años que no me confieso. Tampoco soy muy practicante pero siempre me ha atraído la religión y he sido más o menos creyente. Últimamente siento la necesidad de volver a la Iglesia y tengo ganas de confesarme, así que espero que lo mínimo que haga el sacerdote sea no escandalizarse, porque en doce años... los pecados de esta chica deben ser inocuos en comparación a los míos.

    Por cierto, no estoy de acuerdo con una cosa del anónimo de arriba. Yo no me puedo acordar del número de mis pecados en todo este tiempo. Ni por asomo una aproximación. Supongo que el sacerdote deberá comprenderlo.

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    1. Soy el anónimo de arriba ;)

      Por supuesto que después de tantos años es imposible que digas las veces que has pecado en esto, o en lo otro. Basta con que digas con que lo hiciste con mucha frecuencia (si fué así) y con que has sido esclavo de esto o de lo otro. Dios juzga a cada uno en función de la luz que le llega y en función de la situación personal de cada uno. Si tu caso fuera que te confiesas con frecuencia, y caes con frecuencia en el pecado mencionado o en otro, tienes que intentar ser lo más fiel a la realidad en tu confesión. Por ejemplo, con la masturbación: "Mire padre, antes de ayer caí en el pecado de la masturbación, y fueron varias veces. Le pido perdón al Señor, y su amorosa ayuda". Ya está. Así de simple. Que recuerdas que fueron cuatro veces, pues cuatro, que no lo recuerdas, pues lo explicas. Con lo fácil que es hablar con un buen confesor. Por eso es necesaria la confesión frecuente. Que caes, te confiesas, no dejas que se acumule el pecado en el alma. Que no puedes en seguida, pues en cuanto puedas te confiesas y haces referencia a que han sido varios días varias veces (por ejemplo). Y simpre ofreciendo nuestros pecados al Señor, porque para el es dulcísimo cargar con nuestras culpas siempre que nosotros se lo pidamos. Es Dios, nada puede con Él, ni el más grande de nuestros horribles pecados, y se deleita con nuestra humildad y con nuestra mansedumbre. Hay que tener en cuenta que con algunos pecados caemos por inconsciencia o por debilidad, y no por maldad. Sin embargo también afirmo que cuando uno está en la lucha contra la tentación, es casi imposible cuando no totalmente imposible, defenderse de ella si en ese momento no acudimos al Santo nombre de Jesús y ofrecemos nuestra lucha y nuestro sacrificio por amor a nuestro Creador y Redentor.

      Y como bien dice Susana justo debajo, en una confesión de vida, después de tantos años sería imposible precisar todos y cada uno de los pecados, cosa que no ocurre cuando uno ya está dentro de la Iglesia y ha de luchar diariamente.

      ¡Ánimo y no dejes ni un día más la confesión!
      Como dice la autor de este blog, la sensación de perdón que tendrás al salir es insuperable. Tú sólo trata de ser todo lo sincero y humilde que puedas, y confía en el amor de Dios y en las fuertas espaldas de Cristo que cargaron con la Cruz por nosotros.

      Un saludo fraterno.

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  6. ¡¡¡Jajajajaja!!! A mí me pasó algo parecido. Me confesé por primera vez con 33 años, después de haber sido un bicho, y fue algo como: "De los pecados capitales, la colección completa. De las bienaventuranzas, ni una. Pecados veniales, póngame un kilo de cada."

    Eso sí, fue uno de los mejores momentos de mi vida. Nunca, nunca, me he sentido tan afortunada como en el momento de recibir ese perdón, que no me merecía ni de lejos. Ese día comprendí mucho sobre el amor.

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  7. Susana, leo tu entrada y los comentarios y me quedo pensando en mi propia experiencia de gracia, conversión y misericordia. Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia, dice que Dios va guiando a las almas por distintos caminos hasta conducirlas a la fuente de gracia que es Cristo, Señor Nuestro.

    1. Me ha parecido precioso y cargado de humanidad tu acercamiento de mujer y de creyente a un tema ciertamente delicado. Tu comprensión más allá del acto en sí, de lo que puede significar en la vida de una persona el pecado de la masturbación: soledad, necesidad de sentido, inmadurez afectiva, etc. Te felicito por tu valentía en compartir estas realidades sin pacaterías, y desde la experiencia misma de tu propio testimonio cristiano.

    2. Con todo respeto, y sin ánimo de entrar en polémica, me duele comprobar que hay gente que lee una entrada tan llena de calor humano y del testimonio del amor misericordioso del Señor como si fueran censores teológicos. Somos cristianos adultos, gente que intenta seguir a Jesucristo en la Iglesia según la norma del Evangelio, ningún tema humano nos está vedado. Pero si cada vez que vamos a escribir tenemos que lanzar sentencias doctrinales al viento, convertimos la experiencia sanadora del amor de Dios en un tratado de teología moral. ¿Sólo pueden hablar de sexualidad los teólogos o los sacerdotes? ¡Faltaría más! Lo siento, pero no comparto la opinión del que tema te queda grande, se podrá estar de acuerdo o no con algunas expresiones tuyas, podremos aclarar desde la doctrina de la fe, el magisterio, etc., lo que nos pueda parecer confuso, pero hasta ahí. Sinceramente te ánimo a seguir compartiendo tus vivencias, sin miedo, creo que el mundo lo está necesitando: hablar desde la vida, dar cuenta de nuestro testimonio de Cristo.

    3. Y agrego algo a título personal: es cierto que hemos de precisar las circunstancias de nuestros pecados, frecuencia, etc, pero el énfasis no está en eso, sino en abrir sinceramente, y con humildad, el corazón a la gracia misericordiosa del Señor, a su gran amor que viene a sanar de raíz mi pecado. Abrirnos delante de Dios, y del sacerdote que es su instrumento, tal cual somos, para que esa herida sea curada, para que experimentemos la liberación y la gracia del Espíritu Santo. La atención tiene que estar puesta en la misericordia de Dios que viene a regalarme su perdón y a curarme, no en mi mismo.

    Quizás necesitamos todos volver al Evangelio, donde se funda toda la teología del sacramento del perdón: la oveja perdida, el hijo pródigo, y tantas sanaciones que realizó Jesús, reveladoras del rostro misericordioso del Padre, porque nunca hay que olvidar que aunque Dios es juez, en su corazón siempre la misericordia vence al juicio

    Un abrazo fraterno desde Tenerife

    Marcelo


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    1. De nuevo soy el "anónimo" :)

      Estoy totalmente de acuerdo con lo que dices. Sin embargo, quiero precisar que, el abrirse al amor de Dios y al sacramento de la reconciliación implica sinceridad y no ocultar nada por vergüenza. Lo que escribí lo hice porque en el artículo de la autora daba la impresión de que aconsejaba a Lara que no se centrase en el número o frecuencia de sus pecados ya que no importaba, y así aliviarla de tener que decir el número de veces que caía en el pecado de índole sexual mencionado.

      Cuando uno no se acuerda de verdad de cuantas veces le ha gritado a sus padres desde la última confesión, o de las veces que se ha masturbado, o de los días que ha faltado a clase, o de los pagarés que ha dejado sin pagar a sus proveedores, pues evidentemente dice que han sido mucha veces pero que no lo recuerda, y ya está. A lo que yo quiero llegar es que, si a Lara le da vergüenza la confesión frecuente por tener que decir el número de veces que comete tal o cual falta, tiene que vencer ese miedo provocado por el diablo, y confiarse a la infinita e inabarcable Misericordia de Dios, y todo a pesar de que pueda estar frente a un mal confesor. Un buen confesor no se escandalizará jamás de los pecados de quien se confiese, sea este un adicto al sexo, un ladrón, o un asesino.

      Un saludo fraterno del "censor anónimo" ;-P

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  8. Saludos.

    Interesante entrada y muy compleja como indica Anónimo.

    Disculpa Susana si me voy del tema. Más allá de lo que supone la masturbación para la Iglesia, me sorprende la aseveración de Anónimo:"hay cuestiones que no son opinables y conviene que dejes a los sacerdotes, para evitar los malos consejos". Realmente no sé qué quiere decir ‘Anónimo’ exactamente con que no es ‘opinable’ una cuestión moral (como es la masturbación). En primer lugar porque si no hay un consentimiento de mi mismo conmigo mismo, si mi razón con honestidad y rigurosidad no asiente difícilmente comprenderé nada acerca del bien que debo hacer.

    Una cuestión moral no es opinable, cierto, pero tampoco debe dejarse libremente a la consideración del sacerdote, pues si él es mi indicador de lo bueno y de lo malo soy susceptible de configurar en mí una especie de emotivismo ético, en el que el sentimiento de plenitud o de culpabilidad es el criterio que dictamina la moralidad de los actos, y así en lugar de ser virtuoso más bien seré un asustadizo y un relativista moral, ya que mi criterio moral será mi propia subjetividad a partir de que “me han dicho que esto es pecado y que esto otro no lo es”.

    Todo acto moral y libre, como la masturbación, puede estar sometido a la voluntad. Por tanto, para obrar bien se requiere una educación de los sentimientos mediante el fortalecimiento de la virtud que indispensablemente requiere de la intervención del entendimiento humano, pues la voluntad sólo se mueve hacia la consecución de los bienes que previamente le presenta la inteligencia. Por tanto no entiendo que mi moral no sea “opinable” (racional) y que deba dejar ese juicio al sacerdote, simplemente porque no hay nada querido que no sea previamente conocido.



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    1. Muchas gracias, Joan. Estoy de acuerdo contigo en que desde el momento en que dejo que sea otro quien decida si mis actos son buenos o no, estoy abdicando de mi libertad. Y en esto me gusta cómo está enfocado el Magisterio de la Iglesia, poniendo el acento en la profundización de la virtud y el ejercicio de la libertad antes que en recetas morales.

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  9. ¡Gracias, Marcelo! Me gusta especialmente una de las reflexiones que haces: "La atención tiene que estar puesta en la misericordia de Dios y no en mí mismo." El perdón de Dios es siempre inmerecido. El amor, también. Si nos quedamos centrados en nosotros mismos, en lo poco que lo merecemos, difícilmente lo podremos acoger.

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  10. Bravo Susana; bravo Marcelo. Sin más y con todo. Bravo.

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  11. bonito blog, lleno de humanidad. creo que el proximo papa deberia prohibir a los dirigentes religiosos hablar del pecado del sexo, hablar del sexo de los gays, etc. ya es hora de que algunos dirigentes catolicos dejen esa obsesion compulsiva que sienten por la " aberracion " de los gays cuando tienen sexo, ese pecado deberia dejar de confesarse salvo que sea haber echo daño a alguien, ya esta bien de alimentar el morbo de algunos curas que te preguntan cuantas veces a la semana, si ves una revista porno o si solo o acompañado y luego como penitencia poco menos que te pone 10 rosarios y si para ti eso no es pecado y no te arrepientes, pues no te da la absolucion y se queda tan contento y te dice...si tienes sexo pecaminoso no puedes tomar comunion sin antes confesarte...en fin...que cada uno tenga el sexo que necesite conforme a sus principios y no a los de una religion y si para esa persona es pecado y no lo puede evitar, pos que no se amargue la vida por ese pecado, que Dios antes de que termines de pedirle perdon por ese desliz, ya te habra perdonado, incluso te dira que el no se acuerda de que hayas cometido ese pecado. Dios es amor, misericordia y no un Dios pendiente de nuestros pecados para apuntarlos en una lista y leernos la cartilla al final de nuestras vidas....pasen al banquete del reino pq tuve hambre y me disteis de comer, sed y me disteis de beber, enfermo y preso y me visitasteis, desnudo y me vestisteis, triste y cansado y me animasteis, etc etc...no dice pasen pq fueron de tal religion, pasen pq no tuvieron sexo pecaminoso, etc....lo que importa es lo q siembres en tu parcela...seas creyente o ateo, catolico o musulman, hetero o gay, te masturbes o vivas en castidad. en el templo de tu corazon puedes adorar a Dios en espiritu, entonces lo veras en la sonrisa de un niño, en una flor, en un mendigo, en el canto de un pajaro, en una mariposa, etc. mis respetos a todas las personas que piensan diferente. abrazo de este hermano en Cristo Jesus y servidor de Dios y de uds. te recomiendo el blog " unajulietadejesus.blogspot.com " y si quieres ojear el mio " paraisoenelcorazon.wordpress.com "

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