lunes, 7 de enero de 2013

8 Catecismo Penal

Hace unos días me sorprendió el talibanismo galopante al que puede llegar un ateo cuando se agarra a las tapas del Catecismo católico. Tan galopante como para decir a una mujer casada de la que no sabe nada que según el artículo X, su matrimonio no es válido.

Obviando la crueldad del comentario, que es simplemente lo que pasa cuando importa más la autocomplacencia que las personas, estoy segura de que quien lo decía creía tener razón. A pesar de que intentamos explicarle que no, que esto no funciona así, este chico seguía insistiendo en que, si estaba escrito en el Catecismo, debía interpretarse de forma implacable y taxativa. Y me metí en el metro preguntándome por qué esa inflexibilidad.

En el metro, abro un libro. Y me encuentro este texto delicioso (la negrita es mía):

Por una parte, las indicaciones (morales) concretas que nos proporciona la Escritura son relativamente pocas, y su significado y alcance deben ser examinados en cada caso. Por otra parte, la Tradicion y el Magisterio no nos proporcionan una ética completa y de fácil aplicación siempre. (...) 
Evidentemente la solución y la respuesta (a en qué consiste la moral cristiana) hay que buscarlas en otro lugar, y este no puede ser más que la fe. La moral cristiana es la moral del hombre que cree en Cristo. (...) Creer significa colocar en Cristo nuestra última esperanza, hacer de Él la última razón de nuestro existir aguardar de Él exclusivamente la salvación, amarle con todo nuestro ser. Creer y amar así conduce a la imitación de Cristo y sobre todo obliga a preguntarse cómo plasmar esa fe y ese amor, esa imitación, en la vida y en los actos de cada día. Tal fe y tal amor no son meramente teóricos, sino que llevan derechamente a una manifestación, a una traducción, a una praxis." 
Abelardo del Vigo, Teología moral fundamental

Y, por si no me había quedado claro, media hora después me llega al correo este post de Joan Figuerola (negrita mía):

Sin embargo, parece ser que nosotros – zoon logon ekhon – tenemos la capacidad de sacar a la luz – apophainesthai – lo deseable – orekton – para nuestra naturaleza ontológica, que es el fin de nuestro obrar, nuestra plenitud. Si no hay una realidad metafísica, qué benévola es la biología, la física y la química al reservar al hombre, con exclusividad, la capacidad de logos, de captar el sentido de lo conveniente, el bien, y su sentido – ética y moral – que otorga unidad y dicha plenitud al proyecto personal de cada uno. (...)
 En consecuencia, y siempre desde la suposición, si Cristo es el verdadero modelo de hombre se entiende que lo que es bueno es divino… Sólo algo sobrenatural puede explicar algo sobrenatural (Ludwig Wittgenstein, “Aforismos. Cultura y valor”).

Cuando era pequeña, me parecía absurdo que las mujeres se maquillasen. Miraba a mi madre hacerlo y me parecía, para empezar, una pérdida de tiempo y esfuerzo, un engorro y un gasto superfluo. No le veía el por qué: a mí, mi madre me parecía guapísima siempre. Una tarde (debía tener yo unos siete u ocho años) recuerdo que le dije solemnemente: "Pues yo, cuando sea mayor, no me voy a maquillar nunca".

Lo incumplí, claro. Vaya si lo incumplí. En cuanto empecé a ir al instituto y a discotecas y a tontear con chicos, y a entender el valor del aspecto físico en la relación con los demás. Pero nunca he olvidado mi promesa de aquel día, y me acuerdo de ella cada vez que me encuentro con una de estas incompresiones, producto de tratar de entender algo fuera de su contexto como relación.

No puede entenderse el amor a trozos. Tampoco a las personas, ni las relaciones entre ellas. Una conversación aislada, oída al paso, nos puede dar una idea muy equivocada de lo que se cuece entre dos seres humanos. Alguien que jamás se haya enamorado ¿cómo podría comprender las locuras, los esfuerzos, los sacrificios, la alegría, la cara de tontos que se nos pone a los que lo estamos?

Tratar de analizar el Catecismo partiendo de un par de artículos tomados al azar, prescindiendo de los Evangelios y del Magisterio, prescindiendo de Cristo, es tanto como leer parte de la composición de un producto y pretender saber solo con eso qué hay dentro del envase. El Catecismo solo se entiende en su contexto relacional entre Dios y el hombre. No es la póliza del seguro: es una historia de amor viva.

Puede sonar a evasiva. No te preocupes. Cuando te enamores, lo entenderás.




8 comentarios:

  1. ¡Muy bien! Reconozco que leyendo tu artículo se me han aclarado algunas cosas sobre las respuestas a las que aludes, la verdad es que me sentí desconcertado porque pensé que eran cristianos las personas que intervenían , pero algo no me cuadraba porque los que hemos vivido la experiencia del amor y la misericordia de Dios no hablamos con esa dureza, es algo que se siente. El cristianismo, en principio, no es una doctrina que se practica como si fuera un manual de instrucciones, es un modo de vida en seguimiento a Jesucristo, vivo y resucitado, animados por la fuerza del Espíritu Santo, que es el Amor con Mayúscula. La verdad es que es bastante difícil dialogar con los fundamentalismos de cualquier especie. Un abrazo.
    Marcelo

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  2. Son debates muy complicados, sí... Pero estoy orgullosa de cómo lo habéis llevado, con diplomacia y con respeto. Ha sido estupendo.

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  3. No es sencillo. El catecismo determina qué es y qué no es pecado sin conocer ni el caso, ni a la persona ni sus circunstancias. Hace juicio moral sobre actos a los que califica de ordenados o desordenados según el plan de Dios. Es verdad también que siempre deja la puerta abierta a que sólo Dios conoce el corazón del hombre pero el juicio está hecho. Y eso puede ser una losa tremenda. Y otra cosa... lo del contexto relacional entre Dios y el hombre está muy bien pero... ¿quién pone las puertas al campo en ese ámbito? ¿No está el Catecismo ya escrito en ese contexto? ¿Quién interpreta? ...

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  4. Para valorar el caso de cada uno está el confesor... Digo yo...

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  5. En teoría el confesor está para proporcionar el perdón y mediar en la reconciliación pero no he leído en ningún sitio que pueda contradecir la doctrina expuesta en el Catecismo.

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    1. No sé. Lo mismo me estoy colando muy mucho. Pero al menos la experiencia me dice que los confesores interpretan y adaptan el Catecismo a tu situación. Igual no deberían. Ya me has puesto en la duda. Preguntaré...

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  6. Nononono. Contradecir no, claro. Pero precisar, sí.

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  7. El Catecismo es bastante preciso. Lo que pasa es que los católicos queremos que sea laxo porque nos conviene... eso creo yo. Así estamos llenos de parejas que no se casan, de relaciones prematrimoniales, de personas que no frecuentan los sacramentos, de gente que no hace oración, de rencores familiares, de incompatibilidades laborales con nuestra fe, etc, etc, etc... Pero como somos todos muy majos y Dios es amor y todo eso... pues nada... Precisamos, a nuestra manera. Es más, los que se confiesan (una minoría del pueblo católico) eligen al confesor que le "entienda" mejor y precise para donde él o ella quieran... La siguiente pregunta que me surje aquí es referente al pecado, a los veniales y a los mortales y a la precisión que hace el Catecismo de todo eso... Este sería un compartir interesante porque es uno de los focos del "problema". Vaya melones me abre la niña... Necesitamos ya 2 o 3 cenas...

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