lunes, 10 de diciembre de 2012

8 Ventajas de ser católico (I)

No niego que otras religiones tengan sus ventajas. Ser Hare Krishna en verano tiene que ser la mar de práctico, por ejemplo. Y lo de pasearte por Sol tocando la pandereta y viendo la cara que se les queda a los turistas, ya ni te cuento. O ser islamista radical y asegurarte de que tu jefe entiende bien el concepto. Y si no lo entiende, le dejas caer que te acabas de comprar una avioneta, justo después de mencionar lo alto que es el edificio en el que vive...

Peeeero, a pesar de lo agradable que puede resultar un pensamiento asesino un lunes, ninguna religión tiene algo que sí tenemos los católicos: un Dios que baja a cenar con nosotros. Todas las noches. Un Dios que obedece (¡Un Dios que o-be-de-ce!) por puro amor, al sacerdote, y cada noche viene a repartir el pan a la mesa. La consagración es un momento de la misa en el que no puedo evitar caer de rodillas, haya o no haya sitio, se arrodillen los demás o bailen jotas. Me parece absolutamente impresionante ese instante en que todo un Dios viene allí, a estar conmigo. Los sentidos se quedan cortos: es imposible abarcar a Dios. El corazón se desborda de felicidad y agradecimiento. A veces, incluso se me escapa una lágrima, aún más cuando pienso que ese Dios no viene a juzgarnos, ni a pedirnos cuentas (apañados iríamos todos...) ni a pavonearse. No. Viene a ofrecer. A ofrecer lo más íntimo: su carne y su sangre. Lo que mi madre me dio una vez (y ya me parece el colmo de la generosidad), Dios me lo ofrece todos los días.

Y siempre hay un pensamiento que no puedo reprimir. Aunque esté en una parroquia desconocida, entre rostros extraños. No puedo evitar pensar: "Por fin en casa. En familia".





8 comentarios:

  1. Qué sentimiento más bonito, qué bien lo expresas.

    Saludos

    Víctor Clavero

    ResponderEliminar
  2. Ojalá sintiese yo la Misa así... Pff, me encantaría. Pero bueno, estoy en proceso :D
    Me siento muy identificada con eso que dices de pensar "estoy en casa" cada vez que entras a una parroquia, sin importar dónde esté o quién haya dentro. Y es que, al fin y al cabo, los católicos no dejamos de ser una gran familia con el mejor Padre y la mejor Madre que se puede tener. Un saludo :)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Bueno, no todos los días se siente igual. Yo hay días que estoy deseando irme a casa, también, jejeje. Pero Dios siempre nos compensa estos pequeños esfuerzoa.

      Eliminar
  3. También a mí se me pierde alguna lágrima cuando ÉL se hace Presente... Me ha encantado lo que escribes. Lo comparto. Gracias.

    ResponderEliminar
  4. si que es verdad que es una ventaja de los catolicos. Yo tengo una amiga que ha encontrado a Jesús en la iglesia evangelica, y un domingo fui con ella, y me emocioné porque son muy cercanos y se muestran muy cariñosos, cantan todos juntos y se les ve muy unidos... y me emocioné porque se notaba a Dios en cada uno de ellos, peeeero.... no comulgan y eso me faltó y mucho. Se lo comentaba luego a mi confesor y le decia tambien que me gustaría que en nuestra parroquia se viviese tambien así, porque me parecen muy frias y los asistentes vamos como por libre, no hay calor humano... y en esos días "me enfadé" un poco con el catolicismo, y creo que los cristianos tenemos mucho que hacer, pero debo empezar por cambiar yo y así luego podremos cambiar todos, la iglesia necesita humanizarse y volver a lo esencial, que es ser lo mas parecidos a Cristo. Y cumplir lo que el Padrenuestro dice sería maravilloso. Feliz Navidad y un abrazo de una madrileña en Jaén.

    ResponderEliminar

 

y en tu camino seré el andar Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates