lunes, 12 de noviembre de 2012

2 Un chiste de lentejas y una casulla roja

Hay días en que uno acaba quemado. Quemado de ver a la injusticia, al egoísmo, a la hipocresía y al abuso de poder en primera fila, mientras se pelean por la carroña. Quemado de que las personas no nos entendamos, de que pensemos mal, de que desconfiemos hasta límites estúpidos unos de otros. Quemado de que cada vez que uno se declara católico o simplemente razona, como dirían Les Luthiers, ligeramente fuera del recipiente, sea archivado en la caja de los monstruos. Quemado de que importe más ganar, ponernos medallas y llevar razón que dar fruto. Y etcétera.

Esos días dan ganas de mandar a tomar vientos la bicicleta e irse al campo a criar pollos o, por lo menos, pasar de todo. Decir, como en el chiste de las lentejas: si se pegan, pues déjalas que se maten. Allá penas. Que cada palo aguante su vela. Que yo apenas doy para aguantar el mío. Que les den.

Entonces vas a misa y el sacerdote lleva una casulla roja, de un rojo profundo y brillante. La lleva de ese color porque hoy recordamos a un mártir, a un arzobispo, San Josafat, que fue asesinado por las envidias que despertaban su entrega a su trabajo y su caridad. Y parecía, en la misa, que en el altar no estaba el sacerdote sino el mismo mártir, bañado en su propia sangre, diciéndote: "Pero mujer... si lo tuyo no es nada...".

En ese momento te dan ganas de reírte y comprendes que es verdad. Ese es el listón, el nivel del sacrificio. Que no quiere decir que todos tengamos que morir asesinados, sino que Dios es capaz de sostenerte hasta ese punto, si te dejas, si se lo pides.

Voy a tener que pedirle al Señor bollycaos de fe hasta que me salgan por las orejas.


Yo esta tarde, antes de la casulla roja

2 comentarios:

  1. Hay momentos en el día a día que este, el tuyo, es un pensamiento, un sentimiento, que todos tenemos. Sin embargo, quizá, es necesario, con los pies clavados en el suelo, tener una visión más trascendente de la realidad, verla como desde fuera y empezar uno mismo por hacer lo que debemos hacer al margen de lo que hagan los demás...

    Cuando has dicho lo de irse al campo a criar pollos he pensado, de inmediato, en los místicos y en los ascetas, de quienes pienso que son los que verdaderamente han entendido de que va la vida, porque a pesar de estar en el mundo están fuera de él, más allá de lo cotidiano y contingente...

    Un saludo.

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  2. Qué decir de este mundo tan competitivo. Las reglas de juego son competitividad y dinero. Lo demás es muy secundario.
    Hay personas que van al médico con una uña rota, y gritan y piden que se les atienda, que su mal es infinitamente grande. Al lado, nos podemos encontrar con alguien al que le han diagnosticado un cáncer u otra enfermedad grave. Y ahí comprendemos que igual lo nuestro no era tan grave.

    Un beso.


    Victor Clavero.

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