jueves, 1 de noviembre de 2012

4 ¿Tres en uno? ¡Sí, gracias!

Ya conozco otra cosa que hacen los obispos. Participan en webinarios, en cursos online, sobre temas relacionados con la fe. Asistí hace unos días a uno de ellos. El ponente era Monseñor... ¿Almeida? ¿Almunia? No me acuerdo. Un señor muy majo, en todo caso, y muy paciente, que nos estuvo haciendo entender (en mi caso, intentándolo) uno de los grandes misterios de la fe cristiana: la Trinidad.

Para mí, y esto no es más que una impresión personal, el hecho de la Trinidad es uno de los síntomas de que la fe no es una creación humana. Ninguna civilización, teniendo ya un Dios que colma sus expectativas (el Yahve judío) se complica en multiplicarlo de una forma que el ser humano no puede entender. Eso no es lógica humana. De ser un invento, nos hubiéramos quedado como estábamos.

Pero Monseñor A. también nos enseñó algo de lo que nunca me había percatado: el misterio de la Santísima Trinidad nos da a los cristianos algo que ninguna otra religión tiene. Nos hace hijos de Dios. ¡Hijos de Dios! ¡Hermanos adoptivos de Jesús! ¿No es increíble? Las demás religiones tienen un Dios; nosotros ¡tenemos un Padre! Un Padre que nos cuida, que nos mima, que nos abre los ojos cada mañana, que se preocupa por nosotros, que nos colma de regalos. Los cristianos tenemos un hermano, Jesús, que nos comprende perfectamente, porque es también hombre. Al que nos podemos quejar porque nos duele la cabeza, o porque estamos cansados. Un hermano que se sienta a nuestro lado, en el sofá, a escuchar cómo nos ha ido el día, que nos aconseja y que, de vez en cuando, nos cuenta un chiste para sacarnos una sonrisa. Y tenemos al Espíritu en el que podemos confiar, al que nos podemos abandonar porque sabemos que, en el momento necesario, nos dará la fuerza o la habilidad que nos faltan para hacer lo que tenemos que hacer. ¿Se puede pedir más? Realmente, la Trinidad es un misterio que no llegaremos a entender, pero de aceptar, lo que se dice de aceptar, es sencillísimo.


 

Por cierto, si te quieres apuntar a alguno de los webinarios, pincha aquí.

4 comentarios:

  1. Hace muchos años, un hombre que era muy crítico con la riqueza que acumulaba la iglesia católica, me explicó el misterio de la Santísima Trinidad, no sé si es cierto, pero se identificaba como visionario y me lo relató de esta manera:
    Cuando vivimos en La Tierra, Dios nos da plena libertad para comportarnos, de ahí tantas guerras e injusticias. Tenemos el rol de "padre".
    Al morir, pasamos al purgatorio, y damos cuenta de cómo nos hemos comportado en La Tierra. Tenemos el rol de "Hijos".
    Una vez depurada la fase del purgatorio, unos evolucionaban a otros mundos más avanzados, y otros debían de volver a La Tierra, para aprender lo que no habían aprendido, valga la redundancia. Los que evolucionaban lo hacían como "Espíritu Santo". Por eso decía que somos tres en uno.
    Es curioso.
    Saludos.
    V. Clavero.

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  2. Hum. Curioso. Lo de la vuelta a la Tierra para aprender ya lo había oído antes, pero este chico hace un mix curioso. De todas formas, yo las interpretaciones tan creativas me las tomo con prudencia... por si acaso.

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  3. Lo cierto es que es un misterio porque no se conoce la verdad, ésta puede remover cimientos.
    Hay otra cuestión que me comentaba el hombre que me explicó el verdadero sentido de la Trinidad, y era que un sacerdote jamás debería vestir de negro, ya que era el color del mal, y, tampoco tiene sentido la tristeza, toda vez que Dios es alegría. Ahí va esa reflexión.

    Otra cuestión que me explicó es que un rico NUNCA entrará en el Reino de los cielos (es más fácil que entre un camello por el ojal de una aguja), y que Jesús no expulsó a mercaderes del templo sino a sacerdotes que hacían negocio en su nombre, hablaba de manipulaciones en la redacción de los Evangelios. Tampoco podemos cerrarnos y descartar esta posibilidad, es muy probable.

    Saludos

    V. Clavero

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  4. Hace un par de días vi un artículo en el que se contaba por qué los sacerdotes visten de negro, pero estaba en inglés y me dio pereza leerlo, así que no te sé decir :) Supongo que alguna razón habrá, pero imagino que si decidieran ahora vestir de amarillo limón tampoco pasaría nada, aparte del daño evidente a la vista y al buen gusto.

    Sobre los Evangelios se ha escrito e investigado muchísimo. Historiadores muy buenos y muy sesudos, tanto católicos como no católicos, incluso no creyentes. Yo no sabría a qué atenerme si intentase asimilar toda esa información. Si te soy sincera en eso voy a lo cómodo. La Iglesia ¿qué dice? Pues ella sabrá, que es su trabajo. Al fin y al cabo, suelen ser detalles que no afectan a lo fundamental de la fe. Cuando alguien me diga con fundamento que Cristo no resucitó, entonces sí me preocuparé... ¡y mucho!

    Me encanta: la tristeza no tiene sentido. ¡Claro que no! Dios es alegría y amor. Vino a traer vida eterna, confianza, paz en el corazón. Tristeza, ¿de qué? Sí señor. Me ha encantado.

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