lunes, 5 de noviembre de 2012

2 Manual del converso coñazo

Me he acordado a raíz de este post de Josefer y este otro de smdani.

No pasa demasiado tiempo desde que Dios te da en la cabeza con la porra de llamar pecadores, y tú te coscas y te conviertes, y que alguno de tus amigos, con delicadeza, te diga "No quiero que te molestes pero... te has vuelto un poco monotemática últimamente". Meses después vienen los "Pensé que se te pasaría" de tu pareja y los "Definitivamente se te ha ido la olla" de tu familia, o viceversa.

El ser converso no se pasa. Al menos, como la depilación láser, que sepamos. Me consuela recordar a San Pablo, años después de su conversión, escribiendo cartas desde el talego a sus sacerdotes en plan "Oj guiedo bucho, abigoz...", cieguito de Espíritu Santo (la verdad es que decía cosas muy sensatas, pero la profusion amorosa que despliega me impresiona). Y digo "me consuela" porque la conversión es lo mejor que me ha pasado nunca.

Muchos creyentes "de toda la vida" me dicen que envidian el fervor del converso. "Ciertamente es envidiable", les suelo decir, "pero pregúntale a tu marido, que seguramente no opine igual."

A María Vallejo Nájera, cuando se convirtió, la acusaron de haber cambiado de camello (a mejor). No me extraña nada. Los conversos vivimos en un estado permanente de shock, de absoluto vértigo, como si de pronto en mitad de tu salón se hubiera abierto un abismo de cuyo borde no te puedes apartar. Y es un vértigo, además, feliz. Es una luz bajo la cual todo lo demás palidece.

Comprendo que es complicado para los damnificados: amigos y familiares. De pronto, aquella persona que se apasionaba por un concierto, a la que le iba la vida en un ascenso o cuya felicidad dependía de si conocía o no a la persona adecuada; esa persona con la que compartías tardes de cine (porque "¡tienes que ir a ver ese peliculón!"), cafés interminables hablando de hombres (o mujeres), de móviles y de trabajo; esa persona ¡ahora solo habla de Dios!

Pero hay un truco, amigo damnificado. Mientras que, cierto, las demás cosas del mundo ya no le parecen vitales a tu amigo converso, has pasado a un primer plano. Lo que te pasa, lo que te importa, lo que te gusta y lo que te preocupa, todo eso está en primer lugar en su lista de prioridades, justo por debajo de Dios. No está tan mal, ¿no? Quizás has perdido a un compañero de determinadas aficiones (o al menos ya no le interesan tanto) pero has ganado un corazón siempre dispuesto a servirte, a quererte, a la hora que sea. ¿No es eso mejor que los vídeos de gatitos?





2 comentarios:

  1. Bonito comentario, es cómo si estuvieras constantemente enamorado. Ciertamente es difícil cuando tu entorno, principalmente tu pareja, ve ese cambio en ti, más cuando esa pareja vive ajena a todo tipo de religión. Me ha gustado mucho Susana, espero que tu pareja te comprenda.

    Saludos

    V. Clavero

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  2. Hace lo que puede, y creo que lo conseguirá. Es complicado, pero son las cosas que uno hace por Dios. Espero que me las tenga en cuenta, porque si no me voy a enfadar muchísimo, ¡jajajajaja!

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