sábado, 3 de noviembre de 2012

0 Dios en el hermano… y en el hermano Dios

Vía Odres Nuevos. Comentarios por Catholic Link y Duc in Altum.

Domingo XXXI del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Domingo 4 de Noviembre de 2012
 
Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,28b-34):
En aquel tiempo, un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?»
Respondió Jesús: «El primero es: “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.” El segundo es éste: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” No hay mandamiento mayor que éstos.»
El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios.»
Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios.» Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Palabra del Señor

Comentario:
 

 

Sufre quien no es correspondido en su amor. Se queda solo quien se niega a amar o no logra ser amado. ¿Y no es espantosa y angustiante esa soledad? ¿No es a quedarnos sin nadie a lo que más le tememos y huimos? ¿No hemos sido alguna vez o somos acaso ahora infinitamente tristes cuando experimentamos la ausencia de alguien que nos ame, de alguien a quien amar? ¿Quién resiste la soledad, ese sentirse “sólo en esta vida”, no tener a nadie que se preocupe por uno? En la soledad la alegría por la vida se extingue poco a poco, el sufrimiento se hace a veces insoportable.

¡Y es que necesitamos de otros “tú” humanos, necesitamos de la comunión profunda con esos otros seres semejantes a nosotros, necesitamos amar y ser amados para ser felices! Llámese amor paternal o filial, amor fraternal, amor de enamorados o esposos, amor de amistad… necesitamos amar, y nuestra vida se llena de luz, se hace hermosa y plena de sentido cuando amamos y somos amados. Es entonces cuando descubrimos que nuestra felicidad finalmente no depende de cuánto dinero tengamos, de cuántos éxitos en la vida logremos o de cuánta fama y poder alcancemos, tampoco de cuántos placeres gocemos y disfrutemos, sino de cuánto amemos y seamos amados de verdad.

¿Pero por qué es ésta una necesidad para nosotros? Es porque hemos sido creados por Dios-Amor (Ver 1Jn 4,8.16), para el amor, que experimentamos en nosotros esa profunda “hambre” de amor y comunión. ¿Pero es posible alcanzar ese amor al que aspira intensamente mi corazón? ¡Sí! Y el camino es abrirnos al amor de Dios, dejándonos amar por Él, amándolo a Él sobre todo y con todo nuestro ser. De ese modo entramos en comunión con aquél “Tú” por excelencia que responde verdaderamente a nuestros profundos anhelos de amor, y nutridos de ese amor divino, nos hacemos capaces al mismo tiempo de amar como Él a nosotros mismos y a nuestros semejantes.

En efecto, quien pone a Dios en el centro de sus amores, no limita su amor a sólo Dios, no ama menos a los demás, no “pierde”, sino que experimenta que su corazón se ensancha cada vez más, que su amor se purifica, crece, madura y se expresa en lazos de una verdadera amistad, de un auténtico amor y comunión que nunca pasarán, porque Dios no pasa nunca y quien lo ama a Él y en Él ama a todos, jamás perderá a quienes ama sino que los ganará en Él por toda la eternidad.


0 comentarios:

Publicar un comentario

 

y en tu camino seré el andar Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates