Hoy venía a contarte otra cosa, pero al levantarme he encontrado un comentario muy interesante en una de las entradas, que creo que merece un post. Dice Víctor lo siguiente:
"Lo que nunca llegaré a entender es el celibato. Creo que muchos curas y monjas no lo cumplen y me parece normal. Va contra natura."
Una tarde salió esta misma conversación con mi catequista, una monja carmelita con muchos años y muchas tablas. Ella había ido al dentista y el hombre, en confianza, le había hecho más o menos el mismo comentario: "El celibato no es natural. Es imposible cumplirlo." Ella, me contaba, simplemente se encogió de hombros, con un gesto entre inocente y divertido, y le dijo "Bueno, para mí no".
"Y es verdad", me decía luego. "Nunca me he preguntado por qué no acostarme con un hombre. Claro que sé apreciar si un hombre es guapo. Pero es algo estético. No los deseo."
A los laicos nos cuesta entenderlo, porque creemos que es una cuestión de fuerza de voluntad, de aguantarse. Y no va por ahí la cosa.
Te voy a contar una historia muy personal pero que creo que te ayudará a ver lo que quiero decir. Cuando empecé mi camino como cristiana, decidí abandonar determinadas prácticas sexuales que no me parecían adecuadas. Y quiero insistir en esto: a mí no me parecían adecuadas: nadie me preguntó ni me dijo nada al respecto. Fue por mi cuenta y riesgo.
¡Y en buena hora! Cuanto más intentaba evitarlo, más me apetecía. Una tortura, en serio. Se lo comenté a mi confesor. Pensé que, siendo consagrado y hombre, habría librado la misma batalla. Su respuesta fue esta:
"No te obsesiones. No le des más importancia de la que tiene, porque se trata justo de lo contrario. De comprender que no es importante. Sigue dialogando con Dios y acercándote a Él: llega un momento en que determinadas cosas, sencillamente, dejan de 'pegar' contigo."
Llevaba toda la razón del mundo. Dejé de pelear. Dejé de pensar que podía conseguirlo todo por mis propias fuerzas. Y pasó. Un día, aquello que antes me parecía irresistible había palidecido por completo. Daba igual. Era totalmente accesorio. Había cosas mucho más importantes, que me llenaban infinitamente más, que me producían una alegría más completa y ¿cómo decirlo?, de más calidad. Si yo pude conseguirlo, ¿qué no logrará una persona que vive por completo dedicada a Dios?
Pienso que, a otra escala, debe ser algo parecido a lo que pasa con la fidelidad en la pareja. Hay personas que afirman que no es natural, y desde luego no es fácil. Pero se hace, por amor, porque merece la pena. Con el celibato ocurre igual, supongo. Con la diferencia de que, cuando dejas hacer a Dios, todo es mucho más asequible.
Respecto a si se cumple o no... Bueno, no lo sé. Creo que los consagrados que conozco sí que lo cumplen, y yo les veo felices, plenos. No me da la impresión de que sientan que les falta algo. Pero el cristianismo es un camino que dura toda la vida y, como en todo camino, a veces te caes y te das unas leches de aúpa. Lo bueno es que siempre puedes levantarte, pedir perdón y volver a empezar, con una lección aprendida más a tus espaldas.
viernes, 2 de noviembre de 2012
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Felicidades por tu comentario, se refleja fehacientemente la postura de muchos consagrados. No obstante considero que no es incompatible la vida cristiana y la práctica del sexo, que considero un acto de amor al prójimo, siempre desde el respeto y el consentimiento mutuo. No se puede ir contra lo natural.
ResponderEliminarSaludos
V. Clavero
Hombre, claro que no es incompatible. Si no, ¿cómo vamos a hacer cristianitos? :P
ResponderEliminarImagino que te refieres a sexo en plan rollete. Yo la única pega que le veo a ese planteamiento es que el sexo crea vínculos. Aunque vayas con una coraza del quince, aunque sea solo una noche, crea vínculos. Vínculos que, al romperse, duelen. Y no solo las chicas nos enganchamos: he visto a muchos chicos engancharse y luego sufrir por un rollo tonto.
Hay muchos laicos que eligen una vida de celibato y, cuando hablas con ellos, dicen que ahora es cuando se sienten en paz, tranquilos y felices. Es verdad que el picoteo es entretenido, pero opino que te puede alejar del auténtico amor. Te endurece. No sé, es una opinión.
Susana... Voy a fundar un club de fans de tu blog y quiero ser su presidente... ¡Gracias!
ResponderEliminar¡¡¡Jajajajajaja!!! Pero qué tonto :PPPPP
ResponderEliminarMe refiero a sexo entre sacerdotes, monjas,,etc. pero sin golfería, relaciones regladas o liberales, siempre desde la verdad, el respeto y el consentimiento mutuo.
ResponderEliminarEs bueno reflexionar y debatir estos y otros asuntos, siempre de manera constructiva.
Gracias Susana.
V. Clavero
No sé. Eso habría que preguntárselo a ellos, que al fin y al cabo son los que han elegido esa opción. Nadie se la ha impuesto: es un camino que puedes tomar o no tomar.
ResponderEliminarGracias a ti :)
Pues esperaremos a que den su experiencia personal a todos aquello sacerdotes y monjas que lean este blog.
ResponderEliminarSaludos
V. Clavero
En twitter nos pides opinión, pero no la necesitas. Tu experiencia cristiana ha podido comprender aquello de lo que Jesús decía 'entienda el que pueda' (Mt 12, 19).
ResponderEliminarCreo que aquí está el meollo del '...nos cuesta entenderlo, porque creemos que es una cuestión de fuerza de voluntad, de aguantarse.' Solamente puede entenderse a la luz de la fe y en la completa dedicación al Reino de Dios.
Muchas gracias por compartirnos tu reflexión. Bendiciones.
¡Muchas gracias, padre!
ResponderEliminarHace tiempo escribí esto en el blog que tengo agonizando http://un-cura.blogspot.com.es/2010/04/carta-dirigida-maruja-torres.html
ResponderEliminarMuchas gracias Padre Israel y Alberto, soy personas muy auténticas y tenéis toda mi admiración y cariño.
ResponderEliminarSaludos
V. Clavero
¡Gracias! Esta tarde estuve leyendo una reseña del libro "¿Por qué los sacerdotes son más felices?" y una de las razones que apuntaba era precisamente el celibato. Eso cudraría con el testimonio de los laicos que han escogido el celibato y dicen sentirse en paz.
ResponderEliminar¡Gracias por tu entrada! Realmente el celibato no es algo de mayorías y tampoco es fácil, como tampoco lo son tantas cosas en la vida que merecen la pena, como la fidelidad a la pareja, a la mujer o al marido.
ResponderEliminarSer célibe es querer y amar comprometidamente lo que Dios te da.
ResponderEliminarPara quienes piensan que el sexo es "lo más" el celibato puede ser contra natura.
ResponderEliminarComo la fidelidad conyugal...
Parece que lo natural sería comportarse como animalitos.
Lo que para mí es completamente contra natura es levantarse para ir a trabajar. ¡Eso sí cuesta esfuerzo, y no la fidelidad!
Rafa: yo me levanto a las 5, así que no podría estar más de acuerdo ;)
ResponderEliminarEl celibato es una de las expresiones más puras de amor que existen, pero no la única, ni tiene que ser la mejor para todas las personas en cada momento de su vida.
ResponderEliminarSolo se puede vivir el celibato con alegría desde una convicción interior, desde la decisión personal y libre; es cuando nos imponen las cosas cuando salimos rebotados hacia el lado contrario.
Desgraciadamente históricamente el tema de la sexualidad ha estado directamente relacionado con el estigma del pecado y muy pocas veces lo miramos desde la comprensión y la misericordia.