Hoy resuena -verbo que utilizo últimamente mucho, pero no encuentro otro más propicio y más fiel a lo que vivo- en mí de modo diferente. Estaré, y será verdad, si me dejas participar de tu vida. Y estaré todos los días si especialmente me permites compartir contigo los buenos. Y no me apartas en los malos. En los malos tendrás incluso que soportar que te siga queriendo, y apreciando como siempre, con mayor delicadeza y ternura, por encima de mis torpezas. Ya sé que lo suyo sería haber dicho sobre todo en los malos, pero no. Has leído bien. Para estar en toda tu vida necesito que especialmente estemos juntos en los buenos. Necesito los buenos para que sean todos. Las risas, las charlas, los caminos, los montes y collados, las laderas, los abrazos, el descanso, las ilusiones, los entusiasmos, la fuerza, la pasión, conocerte ampliamente en tu bondad, en toda tu belleza y esplendor. En los malos entonces recordaré quién eres, aunque tú no lo veas. Los momentos malos no serán todo, ni dejaremos que así lo sea. Pero recuérdame que en los buenos debo estar también, porque se trata de compartirlo todo, de estar siempre, de estar fuera de mí y contigo, en tus alegrías, en tu paz, en tu descanso, en tu libertad, en tu sufrimiento, en tu tristeza más que en los míos. Se trata de participar de tu vida, de hacerme parte en ti y dejar que tú lo seas en mí. Y así, todos los días, con impulso renovado. Todo el día no podré, pero todos los días, si quieres, ¡seguro! Aunque no esté, aunque no hablemos, aunque no sintamos lo mismo. Sólo estaré si tú quieres, abres la puerta, me dejas pasar más allá de todo aquello que puede separar a los hombres.
Si quieres, márcalo en tu calendario. Ante todo, grábalo en tu corazón. Y verás, como también yo puedo verlo, que si utilizas dos colores para los días buenos y los días malos, brillarán los buenos por encima de los malos, los que no me necesites para nada de aquellos en los que requieras mi auxilio, palabra y esperanza. En esto consiste el amor, precisamente. Y la amistad, y la libertad compartida, y el deseo que une, y la fraternidad, y todo lo grande. En lo contrario de lo necesario, en lo contrario de lo impuesto. En lo gratuito. Habrá días que no quieras, incluso, saber nada de mí porque andes entre tus cosas y agobios y preocupaciones, idas y venidas en un mundo capaz de atraparte y socorrerte. Verás que son más días los buenos siempre, que los malos. Yo quisiera compartirlos todos, es más, quisiera todo. Sé que es posible, porque quien lo dice es de fiar, digno de fe y confianza. Ahora bien, si tú quieres sucederá y será verdad ante tus ojos. Lo más bello que ha ocurrido, la belleza absoluta. El único bien digno del hombre."
Robado a Josefer.

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