2 Cosas que me preguntan los ateos

¡Qué fin de semana! Ha sido genial. Se ha casado mi cuñada y hemos estado celebrándolo. Tanto ella como su ahora marido pertenecen al movimiento scout, así que la ceremonia y la fiesta estuvieron impregnados del carácter divertidísimo, sano y un poco silvestre de los scouts. Una pasada. He decidido que cuando tengamos un nene compraré una lavadora más potente y le apuntaré a los scouts. Por ese orden.

Este fin de semana, además, he estado haciendo otra cosa. Me he estado carteando con unos amigos ateos que tenían curiosidad sobre la fe. Me hace gracia porque son las mismas preguntas que yo hacía hace unos años a mis amigos creyentes. El ser humano es así de previsible.

Lo primero que suelen preguntar es sobre el método científico, es decir:

1. ¿Cómo puedes creer en algo indemostrable?

¿Es que a los creyentes no os preocupa la verdad?, me comentan. ¡Claro que nos preocupa la verdad! ¿Cómo puede no preocuparnos aquello por lo que entregamos la vida, aquello que es el centro de nuestros días? Pero admitimos, eso sí, que no toda la realidad es demostrable, que hay aspectos de ella que el hombre no puede abarcar.

La fe es un acto de confianza, un riesgo, una apuesta (aviso: si vas a pinchar en el enlace, hazte antes un café. Es breve pero demasiado sesudo para afrontarlo sin estimulantes).

¡Pero qué retorcido es Dios!, me dirás. ¿No sería mucho más fácil si diera la cara y se mostrara sin velos? Así todos creeríamos en Él, y a otra cosa.

Hombre, pues sí. Pero ¿te has parado a pensar por qué creeríamos? Por miedo, por conveniencia, por egoísmo. Pero no libremente. No tendríamos elección. Dios no quiere nuestra sumisión sino nuestro amor, y el que no es libre no puede amar.

En la próxima entrega: 2. ¿Por qué crees en Dios y no en los elfos?