miércoles, 10 de octubre de 2012

2 No estamos locos (aunque a veces lo parezca)

Hace solo unas semanas estuve almorzando (para los madrileños: comiendo) con un amigo de mis tiempos de universidad en Málaga. Nos conocimos en una clase de álgebra que compartían Teleco y Magisterio. Teníamos en común la afición por la ciencia y por cantar a Beethoven en alemán cuando estábamos de botellón. Qué tiempos.

Jorge es un ateo recalcitrante, como yo lo era entonces. Y durante el almuerzo del otro día me comentó extrañado, un poco (angelico) con miedo a ofender, que cómo era eso de pasar de ateo a creyente. Que el paso en el sentido contrario, de creyente a ateo, lo entendía, pero de ateo a creyente, pues no le parecía muy normal.

Le entiendo. Para un ateo, pasar de ateo a creyente es una especie de involución, de primitivización del pensamiento.

Jorge, cielo: no creo que pueda llegar a explicártelo. Todo este blog es un intento de contar el por qué de mi conversión, pero no sé si lo conseguiré. Es algo que, simplemente, sucede. Un día miras en la dirección correcta, y de repente todo encaja. No es algo a lo que se llegue (al menos en mi caso) por la razón; más bien, es algo a lo que se llega superando la razón, aceptando que tal vez no pueda abarcar toda la realidad.

Voy a hacer un pequeño intento. ¿Recuerdas que te comenté que yo no soy un caso aislado? Pues, como yo me explico fatal, voy a traerme a algunas personas que han pasado por lo mismo y que lo cuentan mejor.

Lo primero que te llamará la atención es la variedad. Variedad de personas (escritores de prestigio, pijas, científicos, travestis, pandilleros, activistas ateos, crápulas, homosexuales), de épocas (desde tiempos inmemoriales hasta hoy) y variedad de caminos: verás que la fe no es una consecuencia de; no hay un denominador común, un trauma, un detonante. Cada uno llega a ella por un camino personal y único.

El primer testimonio que voy a traerte es el del escritor británico G. K. Chesterton. Hombre sesudo y nada sospechoso de estulticia, pasó del agnosticismo al cristianismo al casarse con una mujer anglicana, y más tarde se hizo católico.

La historia completa de su conversión la tienes aquí; yo te dejo solo alguna de sus perlas. Espero que te parezcan interesantes:
"Si alguien me pregunta, desde el punto de vista exclusivamente intelectual, por qué creo en el cristianismo, solo puedo contestarle que creo en él racionalmente, obligado por la evidencia."  

"Al que dice que la fe ha brotado del salvajismo y la ignorancia, hay que contestarle que no: que nació de la civilización mediterránea, en la plena germinación del gran Imperio Romano. Cierto que después se hundió el barco, pero no es menos cierto y asombroso que volvió a resurgir recién pintado y deslumbrante, siempre con la cruz en lo alto. Y éste es el asombro de la religión: haber transformado un barco hundido en un submarino. Bajo el peso de las aguas, el arca sobrevivió. Tras el incendio y bajo los escombros de las dinastías y los clanes, nos alzamos para acordarnos de Roma.

Si la fe solo hubiera sido un capricho del decadente imperio, ambos se habrían desvanecido en un mismo crepúsculo. Y si la civilización había de resurgir más tarde (y las hay que no han resurgido), hubiera tenido que ser bajo alguna nueva bandera bárbara. Pero la Iglesia cristiana era el último aliento de la vieja sociedad y el primer aliento de la nueva. Congregó a los pueblos que olvidaban ya cómo se levantan los arcos, y les enseñó a construir el arco gótico. En una palabra, lo que se dice contra la Iglesia es lo más falso que de ella puede decirse. ¿Cómo afirmar que la Iglesia quiere hacernos retroceder hasta las edades oscuras, cuando a la Iglesia debemos el haber podido salir de ellas?"




"Mi querida Rhoda: la fe también es un hecho y está relacionada con hechos. Yo sé razonar al menos tan bien como los que te dicen lo contrario, y me extrañaría que quede por ahí alguna duda que yo no haya albergado, examinado y disipado. Yo creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, y creo en las otras cosas extraordinarias que decimos en esa oración. Y mi fe es tanto mayor cuanto más contemplo la experiencia humana. Cuando te digo "que Dios te bendiga, mi querida niña", dudo tan poco de Él como de ti".



"En primer lugar quisiera decir que mi conversión al catolicismo fue completamente racional (...). Me bauticé en un cobertizo de lata situado en la trasera de un hotel de estación. Lo acepté porque así resultaba mucho más convincente para mi mente analítica."
 

"Estoy orgulloso de verme atado por dogmas anticuados y esclavizado por credos profundos (como suelen repetir mis amigos periodistas con tanta frecuencia), pues sé muy bien que son los credos heréticos los que han muerto, y que solo el dogma razonable vive lo bastante para que se le llame anticuado".




"Fui descubriendo cada vez con mayor nitidez, enterándome por la historia y por mis propias experiencias, cómo, durante largo tiempo se persiguió por motivos inexplicables a un pueblo cristiano, y todavía sigue odiándosele. Reconocí luego que no podía ser de otra manera, porque esos cristianos eran profundos e incómodos como aquellos que Nerón hizo echar a los leones."




"Hay en el mundo miles de modos de misticismo capaces de enloquecer al hombre. Pero hay una sola manera entre todas de poner al hombre en un estado normal. Es cierto que la humanidad jamás pudo vivir un largo tiempo sin misticismo. Hasta los primeros sones agudos de la voz helada de Voltaire encontraron eco en Cagliostro. Ahora la superstición y la credulidad han vuelto a expandirse con tan vertiginosa rapidez, que dentro de poco el católico y el agnóstico se encontrarán lado a lado. Los católicos serán los únicos que, con razón, podrán llamarse racionalistas. El mismo culto idolátrico por el misterio empezó con la decadencia de la Roma pagana a pesar de los "intermezzos" de un Lucrecio o de un Lucano."



"No es natural ser materialista ni tampoco el serlo da una impresión de naturalidad. Tampoco es natural contentarse únicamente con la naturaleza. El hombre, por lo contrario, es místico. Nacido como místico, muere también como místico, sobre todo si en vida ha sido un agnóstico. Mientras que todas las sociedades humanas consideran la inclinación al misticismo como algo extraordinario, tengo yo que objetar, sin embargo, que una sola sociedad entre ellas, el catolicismo, tiene en cuenta las cosas cotidianas. Todas las otras las dejan de lado y las menosprecian."

 

"Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo."



"Esto significa, si lo precisamos todavía más, que una persona, al convertirse, crece y se eleva hacia el pleno humanismo. Juzga las cosas del modo como ellas conmueven a la humanidad, y a todos los países y en todos los tiempos; y no sólo según las últimas noticias de los diarios."



2 comentarios:

  1. Wow... todo un honor haber propiciado con una pregunta mía (que cogí prestada de alguien) el primer post de un blog... aunque sea un blog de esta temática.

    Si le coges el gusto, te haré más preguntas para que las respondas en este blog.

    Algunos matices para "tocar las narices":
    * Álgebra no la compartían Teleco y Magisterio; era de Magisterio, y de libre configuración; sólo unos telecos podían tener el valor de coger de libre conf. algo llamado Álgebra...
    * Salvo que no me haya enterado de que la RAE ha vuelto a abrir el ojete para que no se llame violación cuando se la meten doblada, la palabra "solo" se escribe con tilde cuando tiene el significado que tú le das ahí.
    * las perlas del tal Chesterton... ¿interesantes? No sé. Desde luego, nada convincentes. Ya sé que tampoco lo esperabas...

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  2. ¡Hola, Jorge! Gracias por leerme :)

    Es cierto, solo unos telecos se podían apuntar a Álgebra para pasar el rato. La verdad es que fue realmente divertido.

    Lo de la RAE creo que ya te lo ha contestado Alberto en el correo que nos ha mandado. Si no recuerdo mal, en la última gramática que sacaron se decía que la palabra "solo", al igual que "este", por ejemplo, se acentuasen únicamente en casos de ambigüedad.

    En efecto, no pretendía ser convincente. Nadie puede convencer a otro acerca de la fe. Ni siquiera puedes convencerte a ti mismo, por mucho que lo intentes. La fe es algo que se ofrece al ser humano y que este, libremente, acepta o declina. Pero es imprencindible esa aceptación consciente y activa.

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