sábado, 29 de septiembre de 2012

0 Novia a la fuga

El compromiso acojona. "Toda la vida", así de entrada, parece mucho tiempo. Yo he salido corriendo de dos bodas, así que sé de lo que hablo (mis amigos me apodan "La novia a la fuga", no te digo más).

Sin embargo,  el ser humano anhela el amor para toda la vida. Te puede parecer imposible, o poco realista, o que no estás hecho para ello, pero nadie niega que un amor para siempre es algo maravilloso. Estamos hechos para amar y, a poco que dejemos hablar a nuestra naturaleza, somos conscientes de ello. Y si dejamos hablar a los hechos, también. No hay más que ver lo que pasa cuando las personas se divorcian.

Entonces, ¿qué nos pasa? ¿Por qué nos entusiasmamos, pero con el paso de los años sentimos que "el amor se ha acabado" y que es el momento de salir pitando?



Hay un fragmento de La Tía Tula, de Unamuno, que me encanta, y que dice:
Al principio de su matrimonio fue, sí, el imperio del deseo; no podía juntar carne con carne sin que la suya se le encendiese y alborotase y empezara a martillarle el corazón, pero era porque la otra no era aún de veras y por entero suya también; pero luego, cuando ponía su mano sobre la carne desnuda de ella, era como si en la propia la hubiese puesto, tan tranquilo se quedaba; mas también si se la hubiesen cortado habríale dolido como si se la cortaran a él.
Dice José Pedro Manglano en su Dios en on que hay dos formas de amor: el eros y el ágape. El eros es lo que ocurre cuando el yo encuentra al objeto amado y se siente feliz, ilusionado, exaltado, como borracho de esperanza. Poco a poco, este amor se va convirtiendo en ágape: entrega, sacrificio, generosidad, perdón. El amor arranca al yo de sí mismo y lo va llevando hacia el .

Este arrancamiento duele, claro. Supone dejar de lado mis costumbres, mis preferencias, mis miedos, en favor de la felicidad del otro. Y no solo una vez. Es muy fácil ser un héroe. Lo difícil es llegar cansado a casa y, en lugar de relajarme y olvidarme de todo, ponerme a escuchar las "cosas" de mi pareja... una y otra vez. Un día y otro y otro. Y saber que será así siempre, el resto de nuestras vidas.

Es difícil porque parece que ya no es lo mismo que antes. Y porque, cuando más aburrido y harto estás, conoces a alguien que te pone el corazón a mil por hora, y piensas que esta vez sí, que esta es la buena, que nunca te habías enamorado de esta forma. Y vuelta a empezar.

Llevas razón, ya no es lo mismo. Es mejor. Tu amor está madurando, creciendo, y en la medida que te entregues, que dejes que tu yo vaya hacia el tú, conocerás una felicidad que no es el subidón de hormonas del eros, sino algo mucho más profundo, que echa sus raíces en el alma cada vez más adentro, que te da paz y alegría, que te sostiene muy alto en la vida.

Las tentaciones y los problemas no van a cesar por ello, y es estupendo que sea así, porque son oportunidades: cada dificultad es la ocasión maravillosa de volver a decir sí a tu pareja, de volver a acogerla en tu corazón, esta vez más profundamente.

De todas maneras, hay parejas que hacen trampa. No se casan dos sino tres, como dice la canción de Fresh Sánchez. No es imprescindible que Dios esté en una pareja para que esta triunfe: mis padres son ateos y ahí les tienes, toda la vida juntos. Pero en esto, como en todo, la diferencia entre tener a Dios de tu lado o no es  la misma que entre ir a la guerra con un tirachinas o con un kalashnikov. Puedes tener mucha suerte, o ser muy bueno, y ganar la guerra con un tirachinas: mira David y Goliat. Pero yo, si tengo que elegir, me llevo el kalashnikov, que seguro que alguna utilidad le acabo sacando. Igual, hasta me sale la cosa muy, muy bien, y acabo teniendo un matrimonio como este.







0 comentarios:

Publicar un comentario

 

y en tu camino seré el andar Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates