viernes, 14 de septiembre de 2012

0 Cinturón de castidad

Ateniéndonos a un cierto estilo de contar la Historia, el individuo que salía para las Cruzadas tenía que ser, además, un sanguinario salteador, un católico misógino y tal vez algo cornudo; o que, para no llegar a serlo, no encontraba mejor solución que encerrar a la mujer en un cepo de hierro. En realidad —como informa dicho catálogo— bastaría con pensar un poco para advertir que semejante sistema habría causado en poco tiempo la muerte a la mujer por septicemia o tétanos. ¿Y entonces? Entonces, está documentado que eran casi siempre las propias mujeres las que se procuraban esos arneses en caso de viaje, estancias en albergues o al paso de bandas militares. En resumen, se trataba de un método de autodefensa contra una violencia en la que los maridos (ni siquiera los cruzados) nada tenían que ver.
Vittorio Messori, Leyendas negras de la Iglesia.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

y en tu camino seré el andar Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates