En eso se nota, junto a la gozosa experiencia de la libertad, que no somos una secta: en que podemos corregirnos mutuamente y en que mutuamente nos vigilamos. Por eso hay cuatro evangelios. Por eso san Pablo dijo algunas cosas de san Pedro y viceversa. Por eso sabemos de la negación de Pedro. Porque no tenemos miedo a la verdad de nuestra debilidad y de nuestros errores. Las sectas, en cambio, no dudan, son firmes, no se alteran, creen que todo es perfecto y que todo está divinamente inspirado.
Vía Todo era bueno.
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