domingo, 30 de diciembre de 2012

2 La Navidad no es para mí

Era de cajón, pero me ha costado entenderlo. Lo he comprendido releyendo varias veces este post, hasta que me he enterado.

La Navidad es el nacimiento del Amor hecho hombre, la incardinación (perdóname el palabro) del Amor en el hombre. En Navidad, el Amor más puro, el Amor que engendra la vida, se une a nuestra carne y se hace uno con ella. Y lo hace para darse hasta la muerte.

Sin embargo, pensamos en la Navidad justo al contrario. En Navidad me ocupo de cómo me siento yo, de lo solo que estoy, de cómo echo de menos a mis familiares fallecidos, de lo pesadas que son las compras, de cuánto me tengo que gastar para quedar bien, del peñazo de la cena de empresa, de que no me apetece encontrarme con mi cuñado otro año. Yo, yo, yo. ¡Y no es eso! Nos han dicho que la Navidad es una época de felicidad: ¡cierto! Pero no de mi felicidad, sino de la tuya.

No hay otra forma de vivir la Navidad que desde el amor, desde la entrega más radical y absoluta, desde el olvido de mí. Porque tengo que dejar sitio en mi corazón para que nazca en él todo un Dios, y eso es mucho sitio. Con mi ego ahí dentro, no va a caber. Fíjate: justo el día siguiente a Navidad celebramos a San Esteban, el primer mártir, como la primera marca en un camino.

Mi Navidad es tuya y, solo así, será Navidad. El resto, es otra cosa.


2 comentarios:

  1. Saludos.

    Cuánta razón tienes y esa es la lucha constante: "tengo que dejar sitio en mi corazón para que nazca en él todo un Dios, y eso es mucho sitio. Con mi ego ahí dentro, no va a caber". Gracias

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