sábado, 22 de diciembre de 2012

2 Cuchufleta

Hace tiempo, siendo yo todavía diácono, estaba en un campamento. Y estaba con nosotros un chico francés que yo había conocido en la parroquia de un modo peculiar. Se había presentado con una cresta en el pelo, con un pendiente... Un día se mostró un poco deprimido; comentaba que todo el mundo se reía de él, y que su familia no le quería. Yo, en plan de broma, le dije: "¡Hombre, con esa pinta...!" 
Pero la historia es muy bonita, porque este chico, que ya tenía sus dieciocho o veinte años, decidió empezar a conocer a Dios. No estaba bautizado; y entonces le invitamos a un campamento para que se metiera más en la parroquia. Yo le daba la catequesis para el Bautismo, le iba preparando y le enseñaba. Un día le expliqué lo que significaba que el Bautismo nos convertía en hijos de Dios. "Tú te das cuenta, cuando somos hijos de Dios, como Dios está en todas partes, siempre el hijo está con el Padre; es estar siempre con Dios", le comentaba. "Dios está junto a ti, es decir, que la cercanía de Dios Padre al hijo es contínua". Y él lo acogía con unos ojos así de grandes. 
Una noche, en el fuego de campamento, nos dimos cuenta de que nuestro amigo francés no estaba allí (el nombre del chico, lógicamente, era francés y él siempre me corregía cuando lo pronunciaba, así que decidí llamarle "Cuchufleta"). Aquella noche, todos decían: "No está Cuchufleta, ¿dónde estará?". 
Total, que me fui a la tienda de campaña a ver qué pasaba. Y me lo encuentro metido en el saco de dormir. "Pero Cuchufleta -le dije-, ¿qué te pasa?". "Nada, que tengo un poco de fiebre", me contestó. "Pero haberlo dicho antes, hombre -le replicaba yo-, para que no estés aquí solo". 
Y me contesta: "Pero si no estoy solo, que estoy con Dios, que no te enteras...". 
¡Caray con Cuchufleta!, había aprendido bien la lección. "Pues aquí te dejo, oye, que tampoco quiero molestar", le respondí. Cuchufleta es hoy sacerdote de la diócesis de París. Se ordenó hace muy poquito, hará unos tres años. Todavía me acuerdo de su "que no te enteras".
Pablo Domínguez Prieto, Hasta la cumbre.


2 comentarios:

  1. Me encanta esta historia, bueno y en realidad todo el libro de Pablo Dominguez, ¿sabes que lo descubrí la mañana del día que me confirmaba con 42 años?

    Era un hombre admirable, se hacía de querer... y eso que no lo conocí cuando estaba vivo, el Señor quiso que lo pudiera conocer todo el mundo, a través de sus libros y de la pelicula documental de su vida La Ultima cima.

    Y al leer Cuchufleta me he acordado. Muchas gracias Susana, me encanta lo que escribes.

    Gracias por estar ahí para todos nosotros.

    Mónica

    ResponderEliminar
  2. Gracias a ti, Mónica, por leer mis cosillas, jejeje. Me sigo sorprendiendo, con la de gente que hay por ahí que escribe genial.
    Pablo es increíble. Qué ejemplo, qué fe. Sus comentarios sobre la muerte me llaman mucho la atención. Y cómo era capaz (y lo sigue siendo, aún desde el Cielo) de llegar al corazón de las personas, de conectar con ellas, de comprenderlas y ayudarlas. Impresionante.

    ResponderEliminar

 

y en tu camino seré el andar Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates