Yo lo llamo el topping, y es una de las cosas que me tiene enganchada a ir a misa por la tarde. Es una sensación curiosa que me pasa cuando voy a comulgar: cada día, la hostia tiene un sabor distinto.
Y lo que me encanta es que siempre ese sabor, de alguna manera, me da la respuesta a todas las preguntas, dudas, inseguridades y come-comes que he ido acumulando durante el día. Supongo que por eso, cuando voy a misa por la mañana, no lo noto. Y menos mal, porque por las mañanas la única respuesta que necesito son las sábanas. Sabor a sábanas, ¡puaj!
Es complicado explicar cómo un sabor da argumentos, pero lo hace. Suele ser, además, una respuesta que no se me había ocurrido, que me saca completamente de mis bucles mentales y me coloca, de nuevo, en la dirección correcta. Tiene lógica. Nadie se toma la molestia de darle a otro una respuesta que él ya está considerando.
Así que es una fiesta: todas las tardes voy por el pasillo pensando "A ver, Señor, qué topping me tienes preparado hoy". Debo de tenerlo frito a preguntas para que haya tenido que inventarse esto. Es divertidísimo.
Que hermoso!
ResponderEliminar¿Verdad? Si es que el Señor es un detallista, pero a veces le hacemos más bien poco caso. Al menos yo.
ResponderEliminarSuele pasar, aun así ánimo en esta hermosa tarea!
ResponderEliminar