domingo, 11 de noviembre de 2012

0 Quien lo ha dado todo

Hoy tenemos cambio de proveedor. El evangelio de este domingo (ilustración, comentario, todo) nos lo trae José Fernando Escolapio.

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario – Ciclo B
Domingo 11 de Noviembre de 2012




Lectura del santo evangelio según san Marcos (12,38-44):

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: «¡Cuidado con los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.»

Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales.

Llamando a sus discípulos, les dijo: «Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.»

Palabra del Señor

Comentario:

Los dos reales de la viuda, y la viuda misma, sólo son el final. Aquellos que son capaces de darlo todo, pese a que tengan poco. Y lo dan sin que eso suponga nada para quien lo recibe. Dos monedas no llevan a nadie a ningún lugar. Las monedas han dejado de ser lo importante. Es la viuda la que se entrega a sí misma, y a quien quizá el resto de cosas le sobran. Vive de lo que le dan, como sabemos, y el resto no le sirve de nada. Dios se lo dio, le permitió vivir un día más, y al final de la jornada pone su cuenta a cero. Mañana, sin la seguridad de quien todo lo tiene, será otro día. Y volverá a fiarse de Dios para comer y sustentarse, y dará gracias en el templo por la noche.

Los escribas tienen todo, y creen que también poseen a Dios, y pueden jugar con Él a su placer, incluso aprovecharse de él porque han sido puestos “por derecho divino en una posición privilegiada”. Pero desconocen todo de la vida, y son unos ignorantes respecto de Dios. Porque Dios no enriquece, como tantos piensan, con cosas, sino con Vida. Esa vida que no se puede recibir cuando las manos están llenas, cuando nos atrapan y encarcelan las seguridades, cuando tenemos una cuenta corriente que nos impide vivir la confianza en Dios, cuando las ropas dignas no nos dignifican sino que nos agravian, y no muestran el esplendor de Dios sino los criterios del mundo. Pero la viuda no se indigna, porque va centrada. Sabe lo que tiene que hacer, y aquellos hombres no serán obstáculo para su fe y entrega. Se fija, como quien ha sufrido y ha alcanzado sabiduría, en lo que ella puede y debe hacer por Dios. Y sigue adelante. Mañana se volverá a repetir la situación, digan lo que digan los hombres, porque lo que importa es lo que Dios quiere.

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