Hay conversaciones entre cristianos que me hacen recordar a las hormigas.
A veces, las hormigas no se consiguen organizar para llevar una miga de pan. Para ellas supone la cena de una semana, tal vez la diferencia entre vivir o morir. Y es, por tanto, muy importante.
Los detalles, a veces, son fundamentales, claro. Sin embargo, cuando veo a los mayores, a los que saben de cristianismo, debatir cosas como con qué parte del cuerpo se debe recibir la Comunión, no puedo evitar acordarme de las hormigas. Y me imagino a Dios mirándonos con ternura y diciendo "En el fondo, son tan pequeñitos..."
No sé. Cosas mías.
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La Iglesia nos presenta a la Santísima Trinidad como un misterio (una formación celestial que no se sabe qué puede significar y que sí se sabe qué representa), con actos y ritos ceremoniosos cargados de múltiples oraciones y cauces para "contactar" con Dios. Los más "friquis" discuten cómo tomar la Santísima Forma, y el hombre de a pie, ese que se levanta a las 6 y que está más preocupado en cómo llegar a fin de mes que en cómo puede orar según lo establecido, se cansa y se aleja de lo esencial.
ResponderEliminarA Dios se llega con la oración (la que cada uno quiera y pueda según sus circunstancias personales) y sobre todo con el AMOR. Y el que se aburra y quiera filosofar sobre el sexo de los Ángeles que no complique lo sencillo.
En la sencillez está la Verdad, ni misterios, ni secretos, ni fórmulas mágicas. A más AMOR y más SENCILLEZ más SABIDURÍA.
Saludos.
V. Clavero