lunes, 1 de octubre de 2012

0 Las orejas de los chinos

He metido unas homilías grabadas de José Pedro Manglano en el iPod de palo que me han regalado los de la OCU y, de vez en cuando, en lugar de punchin punchin, escucho al buen hombre.

En la que he escuchado hoy, hablaba de un chico que comenzó a creer en Dios a base de estar años observando las orejas de los chinos. Le parecía increíble que fueran todas distintas, o algo así, y por ahí llegó a la fe. Era con diferencia lo que menos chicha tenía de la charla, poco más que una anécdota, pero se me ha quedado grabado.

Lo mío fue más poético. Yo llegué al convencimiento de Dios, después de años y años de buscar en vano, por una frase del que entonces ya era mi novio: "¿Por qué no dejas de buscar a Dios en las alturas, y le buscas en el amor de la gente que te rodea?" Clic.

Hay personas que ven a Dios en los tiestos de las macetas o en la cera de las orejas. Todos tenemos nuestro camino. Y Dios nos lo muestra, a veces, sirviéndose de lo más inverosímil.

El sentido del humor no se le puede negar.

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